El banco de Silvergate Capital ha terminado cayendo. Aunque el anuncio del cese total de las operaciones ha sorprendido a muchos, lo cierto es que esta liquidación era cuestión de tiempo. Desde el colapso de FTX, la entidad ha tenido problemas debido a las investigaciones.
La cuestión principal que ha ido desgastando al banco es la duda sobre cuánto sabía Silvergate sobre los negocios de FTX. Tras varios meses de lucha, la presión terminó pasándole factura a la entidad, que anunció el retraso de los resultados de su informe K-10. Fue un punto de no retorno.
Poco después de conocerse la noticia, algunas de las principales compañías del sector cortaron de raíz su relación con Silvergate. Exchanges populares como Coinbase y Kraken fueron los primeros en salir corriendo. Tenían razones para huir: los inversores estaban preocupados y todo apuntaba al desastre.
En cuestión de días, Silvergate se quedó sin socios en el sector de los activos digitales. Los pocos que quedaban, se esfumaron tras el anuncio del cierre de la red de pagos que aportaba liquidez a un buen número de criptoempresas.
Tras 35 años de actividad, se esperaba que la entidad californiana cambiara de clientes e intentara sobrevivir. Pero no, Lane y Reynolds tiraron la toalla y han hecho pública la liquidación esta mañana. Al final, la muerte anunciada ha terminado siendo un suicidio forzoso.
Es probable que la actual situación del criptomercado haya decantado la balanza hacia la liquidación. Puede que la continuación del mercado bajista y la presión regulatoria hayan magnificado los problemas que sufría Silvergate tras el colapso de FTX. Al menos, así explican desde Silvergate la decisión tomada por la directiva:
“Vista la reciente evolución del sector, Silvergate cree que una liquidación voluntaria y ordenada de las operaciones es el mejor camino”.
Estas declaraciones se hicieron públicas en mitad de una investigación iniciada por las autoridades estadounidenses, tanto federales como estatales. En este sentido, parece que la medida tomada por Silvergate es una huida hacia delante, ya que los problemas no se acabarán con un portazo sin responder a las dudas de los inversores.
De hecho, es probable que Silvergate tenga que lidiar en el futuro con reclamaciones de clientes e inversores, pues no se ha pronunciado al respecto. La duda es si Reynolds pretende responder a esta cuestión o espera que los problemas desaparezcan tras la liquidación. En cualquier caso, dejará otra huella más en la frenética historia del criptoespacio.