Sigue el goteo incesante de hackeos DeFi. Esta vez le ha tocado el turno al protocolo descentralizado de Vee Finance. El ataque ha supuesto la pérdida de 36 millones de dólares en BTC y ETH.
Apenas han pasado dos días desde el ataque pNetwork y ya tenemos que hacernos eco de otro hackeo en el ecosistema de las finanzas descentralizadas. La voz de alarma la daba el equipo de Vee Finance esta madrugada.
En principio, no se dijo abiertamente que se había producido un robo. El tuit decía que estaban investigando porque la “plataforma podría haber sido atacada”. Puede que fuera un eufemismo, ya que se anunció la congelación de todos los servicios por alguna razón.
Dejando las suspicacias a un lado, el robo se había producido. La plataforma sufrió una pérdida de 214 BTC y 8800 ETH. Lo curioso, y quizá por eso el equipo de Vee no habla de robo, es que el hacker no había transferido los fondos tras realizar la retirada.
Mientras trabajaban en la brecha de seguridad que ha permitido este movimiento desde el protocolo, han estado intentando contactar con el atacante para llegar a un acuerdo. Como de costumbre, esperan que devuelva los fondos a cambio de una recompensa.
El equipo de Vee no ha mencionado cuánto pretende ofrecer al hacker, pero no debe ser poca cosa. Con la cotización actual en la pantalla, la cantidad robada equivale a unos 36 millones de dólares.
Cabe destacar que el hackeo se ha producido apenas una semana después del lanzamiento de la propia red de Vee Finance en la blockchain de Avalanche. El TVL del protocolo se disparó desde los 100 millones hasta los 300 millones de dólares.
El éxito es una variable que siempre está en medio de los hackeos. Cuando una plataforma, protocolo o exchange comienza a crecer, los hackers empiezan a afilar sus cuchillos. Es normal que ocurra, por eso no se entiende que la innovación en criptoseguridad no esté a la altura de las circunstancias.
No se trata de avances tecnológicos, seguramente. Los búnkeres de criptoactivos son ya una realidad, aunque puede que todavía no sean accesibles (al menos para todos los actores del criptoespacio). Visto así, quizá la innovación no sea el problema; quizá sea otro, el de siempre: el precio desorbitado a pagar por las nuevas tecnologías.