La Unión Europea (UE) podría crear un nuevo departamento en Bruselas especializado en la lucha contra el uso de activos digitales en actividades ilícitas, tales como el lavado de dinero.
Las medidas propuestas desde la hipotética unidad se sumarían a las órdenes y recomendaciones emitidas desde la capital belga en materia de control del fraude fiscal, blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.
Según la noticia publicada en Reuters, la Unión está decidida a combatir totalmente las actividades ilegales dentro de la eurozona. De momento, las criptos se escapan de su radar, razón por la cual nace la idea de esta agencia enfocada en activos digitales.
El objetivo es desarrollar e implementar un cuerpo regulatorio nuevo que afectaría a todos los miembros de la Unión. Bajo el nombre de Anti-Money Laundering Authority (AMLA), el departamento buscaría aumentar la transparencia en el uso de criptoactivos.
Desde la Comisión Europea, afirman que existe un vacío legal en la eurozona respecto al uso de activos digitales. El ejecutivo europeo asegura que la falta de una regulación estricta “expone a los holders de criptomonedas al blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo”.
No sabemos si los políticos de la capital insinúan que los usuarios de criptos contribuyen de alguna forma al uso ilícito de los activos digitales por parte de terceros. Pero afirman que “están en riesgo, ya que la transferencia de criptoactivos puede implicar el flujo ilícito de dinero”.
Ya hemos escuchado en el pasado por boca de incontables peces gordos del mainstream financiero que lo nuevo es malo. Se vaticinó que Bitcoin traería el apocalipsis del sistema, que se usaría exclusivamente para poner en marcha proyectos peligrosos para la ciudadanía en general.
Obviamente, las criptomonedas se han usado para “hacer el mal”. En realidad, cualquier herramienta financiera puede utilizarse (y, de hecho, se utilizan) para poner en práctica actividades ilegales. Y esto es aplicable a los activos tradicionales también. En ambos casos, el porcentaje de casos de “mal uso” es ínfimo.
Pero sí, ciertamente existe un peligro: el empoderamiento de los usuarios y la democratización de la economía mundial. En cierta manera, la autonomía financiera de los ciudadanos no termina de encajar en el escenario dibujado por las potencias económicas. Obviamente, porque es algo que no pueden controlar.
Es curioso. Ahora que bancos centrales como el francés urgen la UE para que regulen con fuerza los criptoactivos, el discurso en Bruselas vuelva al viejo cuento. De repente, hay que proteger a la gente aplicando normas restrictivas para que no usen herramientas que podrían hacer más daño a la cúpula del sistema que a los ciudadanos.