El Fondo Monetario Internacional (FMI), consciente de la disrupción que suponen los activos digitales para el actual sistema financiero, recomienda que las regulaciones no se lleven a cabo de forma aislada.
Para el FMI, no es coherente que cada país desarrolle su propio marco legal en torno a las criptos. La regulación, en palabras de la organización financiera, debería coordinarse internacionalmente.
El equipo de Kristalina Gueorguieva apuesta por una estructura normativa mundial. De esta forma, se obtendría un contexto global mucho más consistente. Sí, y mucho más manejable, por supuesto.
Por suerte para los países que van por libre, las propuestas del FMI no son vinculantes. Son solo consejos. Evidentemente, la organización puede negarse a facilitar servicios o conceder préstamos a los países que pasen de sus recomendaciones.
Más allá de las presiones interinstitucionales, lo cierto es que una regulación estable, similar y flexible a nivel mundial ahorraría muchos problemas. La mayoría de compañías del sector operan internacionalmente.
Para el FMI, no se trata solo de una cuestión de coordinación. También hablan del desfase que algunas autoridades financieras están mostrando. Los reguladores se mueven con lentitud ante un espacio económico que evoluciona a gran velocidad.
Los mercados relativos a los activos digitales apenas están regulados, en parte debido a la falta de herramientas de los reguladores. La capacidad de reacción de las autoridades es bastante baja. Esto preocupa al FMI, que sabe el poder revolucionario que supone el criptoespacio.
“Existen riesgos para la estabilidad financiera que podrían convertirse en sistémicos en algunos países”, avisa el FMI. No señala a ningún país en concreto, pero podemos hacernos una idea de cuáles son.
El proceso regulatorio propuesto por el FMI es bastante sencillo. Lo dividen en tres partes, siguiendo una serie de pasos. El primero sería, por supuesto, la autorización impepinable de cualquier proveedor de servicios y productos relacionados con los activos digitales.
La cuestión es qué criterios deberían seguir los reguladores locales a la hora de autorizar la actividad de estas empresas. Esta duda nos lleva al segundo paso, que incluiría la puesta en común de los requisitos.
El FMI cree que estos requisitos deberían ajustarse a los principales usos de los criptoactivos. Por ejemplo, en el caso de las plataformas de trading, el FMI opina que los exchanges deberían pasar por el mismo filtro que los brókeres.
También opina que los sistemas de pago con criptos tendrían que estar regulados por las entidades centrales. Como tercer paso en este proceso regulatorio global, ven necesario que los gobiernos den parte de sus criptoactividades a instituciones financieras externas. Habría que ver qué opina Bukele sobre el tema.