Los avances tecnológicos nunca han contentado a todo el mundo. La historia nos muestra multitud de casos en los que parte de la población ha respondido violentamente ante las innovaciones extremadamente disruptivas.
Los luditas del siglo XIX se opusieron con dureza a las máquinas de hilar. La razón era obvia: las selfactinas les quitaban el trabajo. Seguramente, su miedo es comparable al de los trabajadores del siglo XXI que ven en peligro sus empleos con la llegada de la IA.
Con las criptomonedas sucede algo parecido, pero, en este caso, parece que el miedo se ha focalizado en las élites financieras tradicionales. También hay usuarios de a pie que no ven con buenos ojos la llegada del dinero digital.
El caso de Matthew Klinger podría ser un buen ejemplo, pero no lo es. Este residente de Jefferson City (Missouri) disparó a un cajero de BTC, pero no por miedo. En un primer momento, se planteó la posibilidad, hasta que el propio Klinger admitió ante los tribunales que “era la única forma que tenía de conseguir dinero”.
La destrucción del cajero con el revólver casi le cuesta cinco años de prisión. Al final, la sentencia ha sido más leve: serán cinco años, pero de libertad condicional. En cualquier caso, las autoridades encontraron desproporcionada la respuesta de Klinger ante el supuesto mal funcionamiento del ATM.
Un artículo reciente indica que el acusado disparó cinco veces al ATM tras intentar hablar con el gerente del local donde estaba instalado el cajero. La llamada parecía deberse a una queja, por lo que se descarta que Klinger sea una suerte de ludita del siglo XXI. Al parecer, simplemente se molestó porque el encargado del local le colgó el teléfono.
Más allá de las razones para disparar al cajero de BTC, Klinger fue declarado culpable por daños a la propiedad. La sentencia puede haberse suavizado gracias a la colaboración de Klinger: justo después de efectuar los disparos, le contó lo ocurrido a su esposa y llamó personalmente a la policía.
La presencia de cajeros de Bitcoin ha ido normalizándose en la última década, con un incremento significativo en los últimos años (en parte, debido al rally de 2021). El primer ATM de BTC se instaló en octubre de 2013. Diez años después, hay unos 35,000 repartidos en diversos países.
Estados Unidos lidera la lista con 32,650 cajeros. Quizá por eso hay una mayor probabilidad de que alguien termine destruyendo uno. Casos como el de Klinger no se han visto en España, Polonia o El Salvador, que apenas suman media docena de ATM de BTC. Bastantes más hay en Australia, con 276, y en Canadá, con 2669.