Desde que Bukele consiguiera promulgar su Ley Bitcoin el año pasado, toda la comunidad cripto está esperando que El Salvador tenga compañía pronto. ¿Cuál será el segundo país en hacer historia?
Se ha hablado mucho de los vecinos centroamericanos y sudamericanos. Panamá parece estar más cerca, aunque su Ley Cripto sigue en proceso de revisión. ¿México? Poco probable. López Obrador no es lo que se dice amigo del BTC, y Banxico está acelerando el proceso de desarrollo y lanzamiento de su CBDC.
Los que esperaban que Estados Unidos diera el paso, pueden seguir esperando. Las propuestas apenas son anécdotas en algunos estados. ¿Y en Europa? Puede que en Suiza pudiera darse el caso, pero, de momento, solo las autoridades de Lugano han mostrado interés.
Tanto mirar a LATAM y Europa nos limita bastante a la hora de analizar el criptoespacio de forma global. A veces, los medios olvidan que hay una actividad significativa y creciente en África con millones de criptousuarios.
En este contexto, la República de África Central podría seguir a El Salvador convirtiéndose en el segundo país en la historia que adopte el BTC como divisa de curso legal. Según Forbes, el gobierno centroafricano habría aprobado una ley en esa dirección.
Calixte Nganongo y Gourna Zacko, ministros de Economía y de Economía Digital respectivamente, han sido los encargados de llevar y defender el borrador a la cámara baja centroafricana. Parece que han sido convincentes.
El texto, además de proponer Bitcoin como método de pago legal en Centroáfrica, también define un marco regulatorio para el sector de los activos digitales en el país. El objetivo principal es rescatar la maltrecha economía de la república africana.
Los políticos centroafricanos esperan que la legalización del BTC tenga el mismo efecto que en El Salvador, llamando la atención de los inversores internacionales. También parece que esperan que el turismo se active y que Centroáfrica deje de ser uno de los países más pobres del continente.
Aunque haya salido de la caja de Pandora, la esperanza nunca está de más. El problema es que adoptar el BTC no implica mejorar la economía. Lo que funciona en El Salvador (si es que realmente está funcionando de forma estable con una perspectiva largoplacista) no tiene que ser efectivo necesariamente en otros países.
Pero, siendo optimistas, reducir aunque sea un mínimo la situación de pobreza crónica de la sociedad centroafricana sería un éxito. Se estima que más del 60% de la población vive en condiciones extremas.
El hambre, la guerra y los desplazamientos forzosos y forzados han destrozado la región. ¿Pueden los activos digitales empoderar a una comunidad maltratada por la violencia, el hambre y la falta de recursos económicos?