El Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) estima que el sector de los activos digitales sufrió unas pérdidas de 650k millones de dólares en 2022. La razón: la compra generalizada del dip tras los escándalos del año pasado.
El informe del BIS se centra en el comportamiento de los inversores durante y después del colapso de las principales empresas del sector. Destaca la generación de pérdidas (también de beneficios) y el impacto del criptoinvierno en el sistema financiero a gran escala.
“Comprar la caída” es una técnica de trading arriesgada. A veces, funciona; otras, no. El año pasado, incluso Bukele compró el dip, pocos meses antes de producirse el primer colapso del año.
En mayo de 2022, el derrumbe del ecosistema Terra-Luna, supuso la pérdida inmediata de 40k millones de dólares, aunque, según el BIS, la factura un año después alcanza casi el medio billón de dólares.
Noviembre de 2022 será otro mes que pasará a la historia. Apenas medio año después del escándalo de Terra, el segundo mayor exchange hasta esa fecha colapsó. FTX se hundió generando un agujero de 200k millones de dólares en cuestión de días.
Tras estos dos eventos, la actividad en las plataformas de trading se disparó, principalmente debido a la necesidad de reestructuraciones de carteras: los inversores intentaron deshacerse de los tokens vinculados a proyectos expuestos al contagio de Terra y FTX.
Muchas ballenas decidieron vender, favoreciendo la compra del dip por parte de nuemerosos delfines y tiburones. Otros peces también intentaron aprovechar la caída, pero lo cierto es que, según el informe del BIS, fueron las ballenas las que “probablemente generaron liquidez a costa de los holders de menor tamaño”.
Parece lógico pensar que este desastre hubiera tenido algún impacto sobre el sector financiero en general. Lo cierto es que, en base a la información ofrecida por el BIS, podemos decir que no. Los mercados tradicionales apenas notaron los colapsos de 2022 del criptoespacio.
Según la entidad suiza, el grado de adopción de las criptomonedas no es lo bastante alto como para tener un impacto negativo en el sistema financiero global. Eso sí, individualmente, sí que se registraron casos de pérdidas significativas por parte de inversores institucionales:
“Nuestro análisis sugiere que el acentuado debilitamiento del criptomercado no ha tenido repercusiones generalizadas en el sistema financiero. El impacto de un desplome en el criptomercado podría haber sido mayor”.