Banxico pretende lanzar su propia CBDC en 2025. Así lo informó ante el senado el jueves pasado la directora de la entidad central mexicana, Victoria Rodríguez Ceja. Se espera que la divisa digital centralizada fomente la automatización y la velocidad de las transacciones.
Igualmente, Rodríguez Ceja espera que el lanzamiento de la CBDC sea un punto de inflexión para “la generación de métodos de pago rápidos, seguros y eficientes, que permitan la inclusión financiera”.
En principio, el Banco de México tenía previsto lanzar su CBDC en 2024. Esa era la intención a finales de 2021, pero la ampliación de los objetivos ha retrasado el lanzamiento. Rodríguez Ceja quiere que la divisa permita algo más que la simple trasmisión de valor.
Quizá 2025 queda algo lejano. Ya sabemos que López Obrador no es amigo de las criptos. Se encuentra en las antípodas de su homólogo salvadoreño. Mientras Bukele tiene planes para construir una ciudad dedicada al BTC, el presidente mexicano no quiere saber nada de la divisa de Nakamoto.
En tres años, México tendrá su propia divisa digital, centralizada y controlada totalmente por las autoridades. La cuestión es qué ocurrirá de aquí a 2025. ¿Habrá avanzado El Salvador en su carrera por liderar el criptoespacio? ¿Estará compitiendo Panamá? ¿Se sumará algún otro país a la adopción generalizada del BTC?
Una cosa está clara: las autoridades financieras irán regulando todo lo que suene a cripto. En el caso de la entidad central mexicana, la intención de Rodríguez Ceja es dar forma a un marco generalizado que regule el uso de los activos digitales.
La directora de Banxico argumenta que esta regulación es necesaria para proteger a los usuarios. De nuevo, las autoridades tratan a los ciudadanos como individuos sin habilidades financieras, incapaces de tomar decisiones libremente, asumiendo riesgos conscientemente.
Si tanto nos preocupa la seguridad, quizá sería mejor fomentar la formación de la ciudadanía en las tecnologías que están transformando las finanzas. Pero, en fin, es mucho más fácil controlar a una masa acostumbrada a la protección de un estado paternalista.
Más allá de estas cuestiones, la regulación tiene su sentido dentro del contexto actual. Los usuarios del sistema bancario tradicional no pueden realizar transacciones con criptos como si fueran transacciones bancarias de toda la vida. Nadie les protege, podría decir la directora de Banxico.