Estos últimos meses han sido frenéticos para las DeFi, en parte debido a la voracidad de los traders que están forzando la tendencia alcista de este nuevo mercado. Desde marzo, diferentes protocolos han ido surgiendo para alegría de los inversores que están sacando provecho de sus tokens ETH.
En apenas cuatro meses la capitalización de estos protocolos ha pasado de 550 millones a unos 9500 millones de dólares. Estamos hablando de una revalorización del 1600%, que no es moco de pavo.
Con estas cifras, la locura se ha instalado entre los inversores más arriesgados, recurriendo al “yield farming” como mecanismo para ganar cantidades ingentes de dinero en lapsos de tiempo relativamente cortos.
Los protocolos más populares en estos momentos tienen como protagonistas tokens como SUSHI, PASTA o KIMCHI, que pueden llegar a capitalizar miles de millones en cuestión de horas gracias al staking.
Ciertamente, el retorno asociado al farming de este tipo de tokens es descomunal, pero cabe destacar que la mayoría están vinculados a contratos no auditados. El riesgo, obviamente, es demasiado alto como para ignorarlo. De hecho, los desarrolladores no paran de advertir del peligro que conlleva invertir en estas DeFi, pero parece que a la gente le llama más la atención la posibilidad de ganar grandes cantidades de dinero en poco tiempo.
Lo que está claro es que el mercado de las finanzas descentralizadas sigue creciendo a un ritmo endiablado, con una curva exponencial que hace pensar en la formación de una burbuja. Una burbuja que podría estallar en cualquier momento. Causas para que explote hay varias, pero al menos podemos definir cuatro bastantes obvias.
Uno de los principales riesgos asociados a la inversión en criptos (no solo DeFi, sino de cualquier tipo) es la posibilidad de verse afectado por una fallo en el código de los contratos inteligentes.
Ni siquiera los protocolos auditados y supervisados están exentos de este peligro; mucho menos los códigos que no han pasado por un proceso de auditoría. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los nuevos protocolos DeFi no están auditados, no cuesta imaginar el riesgo que asumen los inversores en este mercado.
Algunos de los protocolos DeFi que han destacado más estas dos últimas semanas son Spaghetti Money, SushiSwap, Kimchi Finance y Yam Finance. Curiosamente, todos han sido bautizados con alguna referencia culinaria; quién sabe, puede que hayan sido ideados en algún momento de la sobremesa.
Bromas aparte, estos protocolos comparten algo más que nombres de comida. Todos tienen en común un par de cosas más: están generando miles de millones de dólares y, lo más alarmante, no están auditados.
Esto significa que los desarrolladores están lanzando sus protocolos sin la supervisión de terceros. No hay ninguna compañía u organización que dé legitimidad al código de los contratos inteligentes, lo que supone un problema enorme para los inversores que exponen su capital.
Basta con echar un vistazo al caso de Yam Finance. Se trata del primer protocolo que sufrió un error fatal en su código, apenas dos días después de ser lanzado. En apenas 24 horas de vida, el precio del token YAM despegó; un día más tarde se había desplomado por el error crítico que había sufrido el código.
El resultado, como era de esperar, fue cientos de inversores con miles de tokens que no valían nada. Perdieron todo el capital invertido, incluso tras los esfuerzos del equipo de desarrolladores por recuperar el control del “experimento”.
Más allá de las pérdidas millonarias ocasionadas por un simple error en códigos no auditados, la cuestión es que este tipo de fallos en los contratos inteligentes terminan afectando a la liquidez del mercado. Y sí, esto podría herir de muerte al espacio creado por las DeFi.
No hemos mencionado los proyectos cuyo objetivo es sencillamente estafar a los inversores. Se trata de una práctica común cuando las burbujas comienzan a hincharse, en cualquier tipo de mercado. En lo que concierne a las DeFi, los proyectos fraudulentos han dejado millones de ETH perdidos en Uniswap.
Si esto ocurriera a gran escala, implicando miles de millones de dólares, la burbuja de las DeFi explotaría sin remedio.
Se dice que la mejor forma de predecir el futuro es mirar al pasado. Ciertamente, la historia nos da muchas lecciones, como la de abril, mes en el que un hacker se agenció 25 millones de dólares procedente de dForce Network (un protocolo DeFi respaldado por Multicoin Capital).
Si esto pasara con un protocolo de la envergadura de SushiSwap, que ahora mismo lleva capitalizado más de mil millones de dólares, el desastre sería mayúsculo. El problema no es solo que el peligro de un ataque informático esté presente (que también), sino que estamos hablando de un protocolo cuyo código no ha sido auditado.
Si pensamos en espacios centralizados (como Binance, Coinbase o BitMEX), los hackeos son menos dolorosos para los usuarios. La razón es que cuentan con políticas que aseguran las pérdidas debidas a ataques informáticos. En el caso de las DeFi los inversores no cuentan con esta protección: están solos ante el peligro que suponen invertir en protocolos totalmente anónimos y no supervisados.
No es posible saber con certeza quién está detrás del código, razón por la cual los avisos por parte de desarrolladores y analistas son constantes. Si haces trading con algún producto procedente del espacio DeFi, tienes que hacerlo bajo tu absoluta responsabilidad.
En cualquier caso, los inversores no parecen tener demasiado miedo a esta situación. Lo cierto es que, de momento, no ha tenido lugar un hackeo de proporciones bíblicas que involucre a las DeFi; pero, como dice el refrán, los que olvidan la historia están condenados a repetirla. Y el sector de las criptos está marcado por grandes ataques informáticos, fraudes y estafas.
Una tercera aguja para la burbuja de las DeFi podría ser el coste de las transacciones con ETH. ¿Por qué? Simple: las operaciones relacionadas con las finanzas descentralizadas se realizan en la red Ethereum.
Una subida en las comisiones asociadas a las transacciones en la red sería demoledor para las DeFi. De hecho, ya se están viendo incrementos en las comisiones debido al aumento de transacciones de los farmers, alcanzando el coste de las mismas máximos históricos. Se han dado casos de usuarios que aseguran que han tenido que pagar comisiones de entre 50 y 120 dólares para implementar sencillas operaciones de staking.
El escenario de una explosión de la burbuja de las DeFi es una de las opciones que se baraja si las comisiones siguen subiendo, aunque también se habla del mercado de las finanzas descentralizadas como un espacio reservado para grandes fortunas que puedan permitirse realizar transacciones con grandes cantidades de tokens.
Por último, una cuarta causa que podría hacer explotar la burbuja de las DeFi es el precio del Bitcoin. El BTC ha ido perdiendo su poder omnipresente en el criptomercado estos últimos meses, en parte por el auge de las DeFi y la temporada de las altcoins de baja capitalización.
Pero si Bitcoin cambia de ritmo y comienza a mostrar una tendencia ascendente parabólica, el escenario cambiaría drásticamente. Un movimiento significativo en el precio del BTC pondría de rodillas al criptomercado, principalmente por el FOMO que le entraría al conjunto de inversores (algo similar a lo que vimos a finales de 2017) y por la juventud del mercado de las DeFi (cuyas carencias técnicas impedirían que se subieran a la chepa de del BTC).
