Mientras en Estados Unidos intentan domar el criptomercado con regulaciones pelegrinas, las instituciones públicas latinoamericanas intentan aprovechar al máximo el potencial de la tecnología cripto. Sin duda, se trata de una visión polarizada que responde en parte a la coyuntura económica de ambas regiones.
Las diferencias son abismales. Por un lado, tenemos a los senadores estadounidenses hablando de la caída de la banca tradicional por culpa del auge del criptomercado. Este miedo a la economía 3.0 queda patente en las declaraciones de Elizabeth Warren.
La senadora lleva tiempo con su campaña de terror económico, alegando que el criptomercado es una suerte de “banca encubierta”. En parte, tiene razón. Exchanges como Binance ya funcionan en muchos aspectos como una entidad bancaria. Tiene hasta tarjeta de débito propia.
Cripto, Miedo Y Esperanza
Estados Unidos tiene mucho que perder con la llegada de la criptoeconomía. Por eso tiene todos sus mecanismos a tope, con la SEC como principal martillo de herejes. En cambio, los países que no tienen un liderazgo mundial que perder o cuentan con divisas en peligro de extinción, ven en el criptoespacio una bendición.
Uno de los ejemplos más claros del amor latinoamericano por las criptos es El Salvador y su #LeyBitcoin. Pero no olvidemos países que suelen tener menos publicidad en los medios cripto, como Perú o Colombia.
El miedo que sienten las instituciones estadounidenses se traduce en esperanza cuando echamos un vistazo al actual gobierno peruano. El Ministerio de la Producción (PRODUCE) ha lanzado el programa ProInnóvate, destinado a pequeñas y medianas empresas vinculadas al sector de las criptos y la robótica.
Por su parte, el gobierno colombiano pretende ahondar mucho más en el potencial de las criptos aplicado a la administración pública. Según un tuit del Ministerio TIC publicado hace unas horas, el gobierno colombiano está trabajando con el Banco Interamericano de Desarrollo y la plataforma Grupo Sabra.
El objetivo, según el ministerio, es impulsar soluciones blockchain que aumenten la transparencia de los procesos públicos y minimicen la corrupción. De esta forma, esperan recuperar la confianza de los ciudadanos en las instituciones.
Dos Discursos Enfrentados
Como vemos, las posiciones de Estados Unidos y los países latinoamericanos frente al criptoespacio es totalmente opuesta. Los estadounidenses intentan poner grilletes a los avances tecnológicos para que no afecten a las estructuras financieras y gubernamentales del estado.
En LATAM, piensan más en cómo la tecnología puede mejorar la fortaleza de las instituciones y respaldar el crecimiento del tejido productivo y económico. No debemos verlo como un absoluto, porque en todos lados se cuecen habas… o, mejor dicho, tokens.