En LATAM, el amor por las criptomonedas es enorme. Por supuesto, hay excepciones. Esta pasión se nota más en la población que en las entidades bancarias. Es más, algunos bancos no sienten nada de simpatía por el ecosistema cripto.
El banco central uruguayo es una de esas entidades. El BCU ha lanzado un comunicado en Twitter que, en resumen, advierte sobre el peligro de las criptomonedas. Por un lado, asegura que fomentan el fraude, las actividades ilícitas y el terrorismo.
En cuanto a las inversiones, desaconsejan totalmente tradear con criptos, ya que “se puede perder todo”. Nada nuevo, en cualquier mercado se puede perder el capital invertido. No es nada exclusivo del criptomercado.
El Peligro De Las Cripto
La entidad central uruguaya no es la única que está intentando demonizar el criptoespacio. Ya hemos visto como las autoridades mexicanas y las costarricenses se han referido a las criptomonedas como activos peligrosos.
Ciertamente, invertir en activos digitales requiere en muchas ocasiones de un extra de gestión de riesgo. Nadie va a negar que la volatilidad de las cripto es descomunal y que hay proyectos nuevos constantemente, y algunos son puras estafas.
El argumento de la falta de respaldo institucional también es una verdad, pero a medias. En muchos países sí que se está dando respaldo a las cripto. Obviando el caso de El Salvador y su adopción del BTC, tenemos una lista cada vez más extensa de países interesados en regular e integrar el criptoespacio en la realidad de sus economías.
Lastima que el comunicado del BCU sobre activos digitales no se haya centrado lo más mínimo en las ventajas de la economía digital. Ha preferido recurrir a las ya manidas excusas para frenar el progreso económico.
El Miedo De Los Bancos Centrales
Según el banco central uruguayo las criptomonedas son el demonio: lavado de dinero, financiación del terrorismo, robos, estafas… El BCU destaca también el anonimato y la independencia del mainstream financiero.
Es un clásico. Cuando los ciudadanos encuentran una vía para empoderarse económicamente, para controlar sus finanzas personales de forma autónoma, las entidades centralizadas se ponen nerviosas.
La estrategia más efectiva es el miedo. El FUD funciona a la perfección. En lugar de permitir a los usuarios que operen con mayor libertad y seguridad, prefieren asustar y generar incertidumbre.
¿Y si eso no funciona? Esperemos que no comiencen a perseguir a los ciudadanos por el uso legítimo de los recursos financieros digitales disponibles. Lo lógico es que las autoridades se centren en dar caza a los delincuentes… pero que le pregunten a Garlinghouse.